TTE. CRNEL. SAMUEL ALCÁZAR VALDIVIA
Nació en el distrito de
Ilabaya, la tierra de la antiquísima iglesia de San Pedro Apóstol, el suelo y
cuna del cacique Lupistaca, nació Alcázar en 1831. Siendo hijo de don Pablo
Alcázar natural de Tacna y de doña Narcisa Valdivia natural del valle de
Ilabaya. Realizó sus primeros estudios en la ciudad de Tacna. Posteriormente,
desde joven prosiguió la carrera militar en Lima, graduándose luego de algunos
años después como Subteniente.
Durante los primeros meses del año 1854, el Perú
mostraba una situación de convulsión política, en vista que gobernaba el país
don Rufino Echenique, a quien los opositores lo calificaban como corrupto y sin
autoridad, sobretodo en el sur del Perú.
DE
TENDENCIA CASTILLISTA
Para sofocar intentonas rebeldes entre Arequipa, Puno
y Tacna en especial, Echenique ordena el desplazamiento del ministro de guerra
general Juan Crisóstomo Torrico desde Lima, quienes posteriormente al llegar a
Tacna fue recibido con antipatía. Tal
hecho y desaire fue corroborada por respetados ciudadanos. Del mismo
modo, en Ilabaya la población también desarrolló actitudes en contra
de Echenique, y para ello levantaron un acta, en el cual mostraban su
desacuerdo con las medidas adoptadas por dicho gobierno establecido en la
capital. Y para nada obedecían al enviado general Torrico.
Dentro de dichos personajes que firmaron el acuerdo
en mención en contra del gobernante peruano, se halla la figura de don Samuel
Alcázar. Actitud que lo cataloga como honorable personaje que pregonaba la
justicia, libertad, y seriedad en los asuntos políticos del Perú, y que respaldaban la revolución de
Arequipa, además de reconocer la nueva autoridad de Castilla. Es así que el
pueblo de Ilabaya, con fecha 4 de marzo de 1854 elevaba un acta en el cual
secundaban las protestas del pueblo de Tacna, quienes además protestaban contra
el congreso al no haber reivindicado el honor nacional torpemente mancillado
por el caudillo boliviano Belzú, en flagrante complicidad e inacción del gobierno peruano.
Dice el tenor del
acta; “Queriendo contribuir los
ilabayeños con sus débiles esfuerzos a los muy heroicos que han prestado por el
bien de la patria, sus hermanos, los habitantes de los departamentos de
Arequipa, Puno y Moquegua, para sacudir el yugo opresor del general Echenique, que
les impide la gloria de escarmentar a los invasores de nuestra patria, se ha
hecho esencial proceder al pronunciamiento que se ha vertido, adhiriéndose a la opinión y régimen que se ha procedido en
la heroica capital de Tacna, dejando constituidos las autoridades de ley”.
Firmaron este documento don Mariano de los Ríos, cura Teniente, Julián Cornejo
y Dávila, Luís y Gregorio Sánchez, Antonio Julio Rospigliosi, Manuel Vargas,
Francisco Sánchez, Manuel Villanueva, Juan Cevallos, Pedro Vértiz, y Samuel
Alcázar. (1)
Posteriormente, con el grado de capitán, en el año
de 1865 se retiró para protestar contra el tratado Vivanco- Pareja, el mismo
que era lesivo a los intereses del estado peruano.
A raíz de este hecho Alcázar se dirige a Arequipa
para unirse a las fuerzas que preparaba el coronel Mariano Ignacio Prado. Luego
participó en la toma de la ciudad de Lima, asimismo combatió al general Pedro
Diez Canseco en Arequipa en la sublevación de 1867, a quien venció y
asistió a la rendición de dicha ciudad. Posterior a los sucesos de 1865 y 1869
se retira hacia Tacna para dedicarse a tareas agropecuarias y comerciales.
Transcurrido casi un quinquenio, y apartado de las
actividades militares, se casa con doña María Santos Litardo, con quien tuvo
tres hijos, entre ellos; Daniel Alejandro (1873), Toribio (1875), y Juan de la Cruz (1879). En esa
situación, dejando esposa e hijos, Samuel Alcázar se aprestó a volver a brindar
sus servicios a la patria desde su tierra natal.
PRUEBA
QUE RATIFICA SU PROFESION MILITAR:
En uno de los legajos existentes en el Archivo
Regional e Tacna se halla un documento de contrato de arrendamiento, donde ante
el escribano correspondiente se consigna su ocupación de militar, para cuyo
efecto consignamos su literal: “En Tacna, a mayo diez de 1871, ante mí el
Escribano público de Hacienda, y testigos que suscriben por una parte, don
Samuel Alcázar de profesión MILITAR, y don Francisco Soto, ambos de esta
vecindad, casados mayores de 35 años.
Escribano Público: Una por la que consta yo Samuel Alcázar de esta
vecindad, casado mayor de edad y de profesión militar, subarriendo a don
Francisco Soto, una caballeriza situada en la alameda de propiedad del señor
Rospigliosi” (2)
(1) RUEDA
VALVERDE, Nilo. Historia del Departamento de Tacna. 1º edic. 1982. pág. 87
(2) Legajo
de Contrato: 29, 30,31; Subarriendo Alcázar Samuel-Francisco Soto. Archivo
Regional de Tacna.
Alcázar, apenas se dio por declarado la guerra con
Chile el 5 de abril de 1879. Se alistó y participó en la campaña de Tarapacá. Luego de la retirada hacia Arica
y Tacna, nuevamente formó un contingente de milicias denominado; “Columna
Agricultores de Para”, un grupo de hombres que él mismo instruyó militarmente solo semanas antes de
la batalla del campo de la Alianza. Ellos conformaron el eje central de reserva y
pertenecieron a la División Nacionales del ejército aliado al mando del prefecto de Tacna don
Pedro Alejandrino del Solar.
PARTIDA
DE DEFUNCIÓN DE SAMUEL ALCÁZAR:
Este valiente sargento mayor murió defendiendo a su
patria aquella tarde del 26 de mayo de
1880, cayendo junto a él sus bravos soldados.
Posteriormente, un 26 de junio de 1880 se entierran
sus restos, después de casi un mes de búsqueda por el campo de batalla, pero
finalmente su partida de defunción que se encuentra en el archivo eclesiástico dice a la letra: Año del señor de mil ochocientos ochenta,
en veintidós de junio se enterró el cuerpo de Samuel Alc+azar de cuarenta y
siete años, casado con María Santos Litardo, hijo legítimo de Pablo Alcázar y
de Narcisa Valdivia de Ylabaya.
LOS
RESTOS DEL TTE. CRNEL. SAMUEL ALCÁZAR VALDIVIA, JUNTO AL DE OTROS HËROES, SON LLEVADOS A LIMA:
“Los restos que había en el panteón de Tacna,
fueron trasladados a la
Iglesia de San Ramón el domingo 6 de julio (de 1890) a las
cuatro y treinta de la tarde; antes de salir del panteón los ataúdes que
contenían los restos de los héroes, pronunciaron inspiradas piezas oratorias
los párrocos M. Federico Otamendi y Marcelino Albarracín.
El pueblo íntegro de Tacna, poseído del más
enfervorizado sentimiento patriótico, acompañó los 33 ataúdes, desfilando en
hombros de los socios de la
Sociedad de Artesanos en el siguiente orden: Cabo 1º Alberto
H. Téllez; Teniente Enrique Chocano; Teniente Carlos María Vidal; Sargento Mayor Samuel Alcázar; Sargento
Mayor Nicolás Ortiz; Tenientes Coroneles: José Luís Espinoza y Napoleón R.
Vidal; Coroneles: Federico Bustíos; Gregorio Albarracín y Jacinto Mendoza.
Las cenizas de los soldados que cayeron en el campo
de la Alianza
y cuyos huesos fueron recogidos por gran parte del pueblo, eran conducidas en
una urna por gente de las clases populares.
Cerca de las seis de la tarde llegó el cortejo de la Iglesia de San Ramón,
donde nuevamente hicieron uso de la palabra los párrocos Otamendi y Albarracín.
En este templo fueron velados por el pueblo los restos de los caídos en el campo
de la Alianza,
que en esta forma deseaban exteriorizar su postrero homenaje de admiración y
respeto.
El día 8 de julio a las ocho y cuarto de la mañana,
el silbato del tren anunciaba la hora de la partida. Las personas que habían
conseguido boletos para el tren expreso, ocuparon sus asientos, sin distinción
de primera ni segunda clase.
El entusiasmo patriótico de los tacneños por una
parte y el gran pedido de boletos por otra, hacía difícil colocar a cada
persona en su respectivo lugar. El carro que conducía los ataúdes, lujosamente
decorado, ocupaba un lugar preferente y lo custodiaban por turnos los bomberos
de la Compañía Tacna.
En los coches iban los miembros de diversas
comisiones, numerosas distinguidas señoritas, el cuerpo de bomberos, la
sociedad de artesanos, la “Estudiantina Tacna”, más un vagón que ocupaba la
artillería.
La estación y las calles vecinas encontrábanse
atestadas de gente por personas que por sus ocupaciones u otras causas, no
podían tomar parte activa en el duelo del pueblo tacneño.
Cuando salió el tren de la Estación, orgulloso de su
gloriosa carga, un murmullo general, despidió los restos queridos, algo como el
triste suspiro de un pueblo cautivo, el supremo dolor de un pueblo, estalló en
esa hora de solemne despedida, pues las envolturas materiales de los héroes
iban a reposar el sueño eterno de la gloria en la Capital de la Patria, por la cual
lucharon y murieron heroicamente.
Al arribar el convoy al puerto de Arica, éste
presentaba el más glorioso espectáculo, un inmenso gentío habíase apostado en
el trayecto por donde desfilaría la comitiva. En el muelle esperaba gran
cantidad de personas.
La Iglesia de San Marcos,
suntuosa y magníficamente adornada por las damas ariqueñas, presentaba un
imponente aspecto. Inicióse la misa con el mayor recogimiento; la orquesta “La Estudiantina de
Tacna” acompañó la misa y en el transcurso de ésta, dejóse escuchar la voz
delicada de señoritas de la sociedad ariqueña. A continuación ocupó el púlpito,
el elocuente orador sagrado, el Ilustrísimo canónico don Federico Otamendi.
La comitiva se retiró del templo con orden y
circunspección; en dos hermosas urnas iban los restos de los soldados peruanos
muertos en los combates de Tacna y Arica y en más de treinta ataúdes la de los
oficiales y jefes; profusión de coronas, ramas de laurel, cintas con los
colores nacionales cubrían las urnas y los ataúdes, y para compartir las
glorias y desgracias de la guerra, la colonia boliviana residente en Tacna,
envió por intermedio de una comisión especial, una humilde guirnalda, símbolo
de gratitud, homenaje y respeto a los valientes defensores de la patria que se
inmolaron en las candentes arenas del Campo de la Alianza.
Llegada a l muelle la comitiva, hizo la entrega
oficial el presidente de la comisión de Tacna, Sr. Pastor Jiménez al presidente
de la comisión enviada de Lima, Capitán Melitón Carvajal, en los discursos
pronunciados abundaron los más nobles sentimientos patrióticos.
A continuación el joven tacneño, Federico Barreto,
leyó su composición poética, titulada: Por la Patria” (1).
(1) LA VOZ DE TACNA;
Tacna, 28 de agosto de 1957
Restos
de héroes peruanos en Arica antes de ser
embarcados a Lima
CONGRESO
PERUANO OTORGA PENSIÓN A DEUDOS DE SAMUEL ALCÁZAR, HEROE DE LA GUERRA CON
CHILE:
Como beneficiaria está considerada la viuda, doña
María Santos Litardo, esposa del comandante Samuel Alcázar.
En los años posteriores a la guerra con Chile, el
Congreso peruano, a petición de los deudos, así como tomando en cuenta los
servicios prestados a causa de la defensa de la patria ha otorgado beneficios
económicos a: viudas, hijos de los héroes que se inmolaron en diferentes
combates y batallas.
En un estudio encontrado en el archivo del congreso
de la república se hallan las características, y dentro de ellas está el nombre
del héroe que comandó la Columna
Agricultores de Para, el teniente coronel Samuel Alcázar.
Además de haber, por cierto, más beneficiados
Fecha/ley
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Tipo de beneficio
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Beneficiado(a)
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Causante
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8-8-1899
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Pensión
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viuda
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Sgto. Mayor Claudio T. Igarza, muerto en la batalla de Tacna.
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8-8-1903
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Pensión
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madre
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Sgto. 1º Abelardo Paredes, muerto en la batalla de Tacna.
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22-9-1903
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Expedir cédula de montepío
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viuda
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Sgto. Mayor Samuel Alcázar, muerto en el Alto de la Alianza.
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Concediendo pensión
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hija
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Tte. Coronel Julio Mac Lean, muerto en la batalla
Alto de la Alianza
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Aumentando montepío de
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Rosa Elvira Valcárcel, viuda.
Meritorios servicios en campaña plebiscitaria.
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Sgto. Mayor José Víctor Plaza. asistente a las batallas de San
Francisco y Alto de la
Alianza
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Elaboración del autor: Fuente. La legislación y los héroes nacionales
WWW.CONGRESO.gob.pe